No te preocupes por el más allá, por lo que pasará después de que tu cuerpo se funda con la tierra, puedes dejar ese debate a un lado y observar lo que te rodea, volver al aquí y ahora y encontrar el sentido de tu vida más cercana, eso sí, haciendo caso a lo que necesite tu alma. Así lo refleja este poema de Emily Dickinson, tan sencillo como profundo:
Algunos reverencian el Sabat yendo a la Iglesia –
yo lo reverencio, quedando en casa –
con un Bobolink por coro –
y un huerto, por cúpula-
algunos reverencian el Sabat con albas –
yo uso mis alas –
y en vez de repicar las campanas de la iglesia
nuestro pequeño sacristán – canta.
Un notable sacerdote predica a Dios –
y el sermón nunca es demasiado largo,
de modo que en vez de ir al cielo, por fin –
estoy yéndome a lo largo de la vida.
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